Te diría que te adoro
y me delato en anhelos
de mi vista a tu mirar;
¡me haces sentir en el
cielo…!
Te tengo siempre
presente
sufriendo si no te rozo,
formándose en mis
adentros
niebla en lágrima sin
ojos
luchando por olvidarte
en la razón de los
locos.
Ay…, de morirme,
quisiera
ser el pitillo encendido
en los dedos de tu mano
eternamente prohibidos…
Si me acerco, ya
perezco,
si me alejo..., muero
más
y en sueños te veo y
toco
y no te debo de tocar;
“dame ese amor, ¡oh Dios
mío!
y el poder de enamorar”.
Me rozas en cruel
señuelo
lo mismo si hay claridad
o en la niebla, ¡qué
suplicio!
Y yo…, me dejo
acariciar.
Viviría sin tu antojo
si la cordura tuviera
y eso frena que me
aleje,
y eso mismo…, es mi
condena.
Yo te querría apartar
mas, me consumo en quimeras.
©Ángeles Sánchez Gandarillas
Editado en los Pliegos poéticos o de cordel, La Horadada III, Poemas sin fronteras, Poetas cántabros.
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