De nuevo, dibújame los surcos de mi piel,
ahora marchitada,
con verbos de colores,
empapa con tus dedos mis óleos de vergüenzas,
los miedos del modelo y llega, con tu trazo,
donde nadie habrá llegado,
y pinta hasta mi todo que aliento desde el alma.
Bórrame el teñido de rubores
y blanquea entre mis pechos
aquel lugar oculto, sonrosado,
con aquel matiz color canela
que aguardo entre mis senos
e incita a tu eterna pincelada.
Abraza y traza con presteza
este cuerpo envejecido
que sueña con ternuras,
y esbózame en colores de amor soliviantado,
y toma esas campiñas que olvidé,
sinuosas y frustradas.
Desata mi pelo entre tus dedos
y trenza, como puedas,
con tu pincel mi euforia.
Deshaz en aguarrás mi ansia en tu mirada
y bórrala enseguida con tus brasas.
Inflámame por dentro, y en el reposo,
envuélveme de aromas en tu lienzo…,
y gasta con derroche pasiones olvidadas;
acógeme en abrazos de pastel
haciendo de tu amor matices alocados
y quémame en el sur acalorado
que hoy te adorna.
Perfílame en tu firma inconfundible
y en toda esa pintura
de amor y de delirio.
Difumíname en el sueño y que sea tan liviano
que torne a despertares de texturas
y curvas sinuosas preñadas de turgencias.
Enmarca, al final, toda mi piel
con besos que transiten, centímetro a centímetro,
y hazme plena...
Abrí los ojos y me encontré en lo alto de mis sueños;
solo eras... mi quimera.
Ángeles Sánchez Gandarillas©
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