Escribía en los ticket que reciclaba, las compras que debía hacer para recordarlas, incluso, apuntaba citas con ese mismo procedimiento.
Últimamente, al final de la lista, anotaba algo que necesitaba cada vez más aunque, no solía hallarlo. Y si lo encontraba, se le desvanecía rápidamente.
“Un kilo y medio de MEMORIA.
Quinientos folios de ATENCIÓN”.
Ángeles Sánchez Gandarillas
Febrero de 2012
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