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La noche llenó de luces
las calles y la bahía
y recordó a sus estrellas
en aquellas que lucían
entre las altas palmeras
el castillo y la avenida.
Sintió que estaban hiriendo
con su fulgor a la ría
y se apuró a recogerlas
en reflejos que se hacían
sobre las aguas oscuras;
las sintió muy malheridas.
Tomó las más alargadas,
que en cometas convertía,
y a las más altas farolas
en planetas hizo hacinas.
Algunas de las más grandes
las hizo errantes de día,
y aquellas crepusculares
que del castillo nacían
hizo nuevas nebulosas
de colores y alegrías.
Los faros de aquellos coches
que daban largas medidas
las añadió con San Telmo,
sin faltar categoría.
Pensó que quizás las otras
que en las ventanas veía
pudieran ser las mejores
por ser las más pequeñitas.
Por último estaba el faro
que a las mares hizo herida,
se le llevó como prenda
mientra se hacía de día,
que mañana, en el ocaso,
a otra luna hará cautiva,
del mirar de una “mozuca”
que su corazón rompía.
Por eso aquí las estrellas
son el doble de bonitas.
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Ángeles Sánchez Gandarillas ©
I-XII-2013
FOTO:Celso David Chaves Cuervo
San Vicente de la Barquera.
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