miércoles, 25 de enero de 2012

PARA TOYA

VICTORIA

Es un nombre que indica
unos buenos resultados,
que aunó en lejanas tierras
un esfuerzo memorable...
Sí, la victoria para un grupo
que luchaba con ahínco,
y se unieron a otras gentes.
Conseguir hoy todos juntos,
lo que fuera una gran feria;
en enero, el patrón de san Vicente
y que antaño reunía a media España.
Y se vestían los pejines,
pescadores más sencillos,
ganderos, asturianos,
los gallegos nos llegaban,
castellanos y riojanos.
Se lucían ricas galas
Los pudientes, más ufanos,
con los paños y linos cremas
calcetines y mahones,
plata y joyas de legados,
muy antiguas,
los zarcillos,
muy vistosos y grabados,
resaltaban los collares coralinos,
o perlas limpias;
refulgían los relojes de cadena
que guardaban en las fajas asedadas,
y cachimbas que de nácar parecían,
mineral que se ha buscado,
“espuma de mar”, hoy se le llama,
y se adornaban ya sus cuellos
anudándose corbatas
del tejido más vistoso
de los trajes dieciochescos
y Mantones de Manila
que en sus hombros las mujeres,
transportaban con el garbo de las olas
que de ultramar llegaban...
Animosas las pejinas,
preparaban sus vestidos, muy de gala,
las herencias de sus padres
que a sus hijos de igual forma
les dejaran.
 Había historia de ese traje en las riberas
y en los puertos, en las rías alejadas,
tradiciones que ya extintas se quedaban.
 Comprobaron los escritos
y pudieron constatar lo que faltaba
¡Poseidones y Neptunos!,
¡los Mantones de Manila!
Esa fue la mejor prueba,
remover por toda España
hasta encontrar
a la mejor de las personas
en las islas de Canarias,
Santa Cruz de Tenerife.
Y su nombre era Toya,
que sabemos cariñoso
del real que es: Victoria.

Y fue atenta y eficiente,
sin saber que se intentaba
y recorrió tienda por tienda,
día a día,
y hasta influyó en sus amistades;
recorrieron Zona Centro
y también esa, La Rambla,
la Avenida y todo Añaza;
no hubo tienda ni comercio,
ningún barrio “chicharrero”
que no moviera,
ni quedó plaza,
ni pregunta malgastada.
Y ocupaba esa parte de su tiempo,
incluida la visita
de sus seres más queridos
que ausentes de su abrazo
se encontraban todo el año.
Dejó atrás la Navidad y la familia
y al tesoro de su nieta,
la más preciada.
Eso, Toya,
merecía un monumento,
triunfaste en esa gira
y conseguiste seis “Mantones de Manila”.
Eran seda adornada, reluciente,
y el arresto que brindaste desde lejos,
una historia que difícil se creería,
una musa tan real
como el mecer de las trencillas
y bordados en las sedas.
Sí, tililaban largos flecos
que dibujan filigranas entre cordones,
diferentes, son magnificos, preciosos,
de, “Victoria”,
nuestra amiga de Canarias.
El remate y final a tu desvelo
fue cuando llevabas el paquete.
Aún miraste una vitrina
y lograste otro mantón,
el que quedaba, el escarlata.
Los enviaste y esa, fue la real “Victoria”,
que cediste completando nuestros trajes,
del esfuerzo de semanas
y de agobios
en tu tierra.
Manifiestas el orgullo
y la fuerza de los guanches
semejante a los pejines.
Obligados hoy nos tienes, no lo dudes,
y en cada metro que separa nuestros lares,
irá un abrazo que se haga una cadena
que apuntalen los encuentros y amistades.

Ángeles Sánchez Gandarillas
Integrante del primer grupo de “Traje de Pejines de Gala de San Vicente de la Barquera”

22-I-2012

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