viernes, 6 de marzo de 2015

By Alba

No lo es. No es un arma de guerra. Si la conoces lo sabes, ella libra sus propias guerras. 
Como en un día de tormenta, en el que los truenos resquebrajan el cielo, ella contiene cada día eso en su pecho. Sus ojos no emanan fuego porque lo emplea en la decisión de seguir adelante en cada momento, avivando el espíritu de libertad. Esperando pacientemente el momento de saltar a un vacío y poder elevarse de el hasta el cielo. Ese cielo amaneciendo que la espera. En busca de batallas donde luchará sola. Buscando lo imposible para el resto. Sonriendo a pesar de todo, y teniendo gravado en el interior de los párpados que siempre hay que seguir a delante. Quizá un día consiga expandir hacia afuera el poder que alberga y dominar las riendas de un caballo desbocado que galopa rumbo al matadero. Mientras el tiempo transcurra nada está claro. Pero repito, no es un arma de guerra. No es una diana o un escudo. Su piel también sangra ante los puñetazos y las puñaladas. Sabe recuperarse, puesto que las veces la enseñaron a convertirse en hielo o hierro cuando el ataque es inminente. Pero a la hora de defenderse, podría apostar que no hay mayor hervor en la sangre humana que en su cuerpo. Tenía unas alas que había cuidado con esmero, y todos intentan arrancarlas con sus gangrenosas bocas. Quitarla toda su fuerza y utilizarla como cualquier otro ser.
No es egoísta defender los principios que tengamos, pero jamás se debe hacer bajo un escudo humano que amortigua o recibe los impactos que generas. El escudo es paciente, hasta que se convierta en pólvora y estalle. Y tu caballo de Troya se despeñe antes de ser utilizado. 


Y ella camina sola, entre la oscuridad silenciosa de la que ha aprendido más que de ninguna otra cosa. Pies descalzos sobre el suelo, con la vista en ese deseado cielo. Se esconde entre el humo del fuego de la guerra que todo lo quema. Respira como puede y observa como todo muere y es destruido. Suspira, se tumba, cierra los ojos y da descanso a sus heridas. 


- Sigue siempre adelante,- susurra - esta vez su caballo de Troya se ha escapado. 

2 comentarios:

  1. En una guerra Todos pierden.
    El que pierde es que ya no tiene algo que poseía antes.
    Tu libertad aun es tuya, porque aun la tienes, aunque efímera a veces.
    Si libras batallas en las que la templanza, la discreción, el camuflaje y el cinismo son el único arma disponible...
    Tal vez, digo tal vez, cuando consigas tus objetivos, uno a uno, veas como victoria esa satisfacción del "deber cumplido", el orgullo de los tuyos, y después......a por lo siguiente.

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  2. Buen texto, Alba, reflexiones que hacen "cabilar"... Abrazo. Lines

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