martes, 11 de septiembre de 2012

BOTADURA

Nunca había visto botar un barco en directo y menos, construido en madera de manos de un artesano naval o carpintero de ribera, en estos tiempos que se viven relacionados con las fibras de vidrio y demás materiales y adelantos. Debía colocarse desde la grada hasta los carriles de la rampa del muelle y preparar los atavíos de a bordo, revisar hasta el máximo y esperar que este bautismo de agua dejara al descubierto los aciertos del artesano.
Se estaba preparando la botella para el bautismo, el tentempié de la fausta celebración y la madrina, toda engalanada. Había movimiento por el lugar y acudieron los más variopintos personajes, conforme a esa botadura, la primera que de la que tengamos noticia.
Era el lugar más adecuado, flanqueados a babor por el “Costa-mar”, el “Marinero”, el “Puerto”, el “Barquereño” y un poco más alejada, la “Machina”; a estribor el “Pescador” y las “Redes” que ciñen el pequeño muelle y astillero.
El ingeniero, J. R. Lengomín, la madrina y futura “armadora”, Carmen y los allegados de ambos, estaban en el pasaje por donde había de salir la nave. Por ese mismo pasaje de “Astilleros Lengomín”, se hizo ver “El Marqués” y un sanitario que caminaba con rapidez de un lado a otro, (P. el practicante). Incluso, hubo una gran fotógrafa, Ana. Todos ellos admiraron el nuevo barco y por supuesto, el ágape.
A la hora prevista salió de la dársena el esperado barco, “La Ovejita”, pintada de rojo, con su bigote y todo. El bigote es un trazo blanco limite de la línea de flotación y remarca el “folio”, o, identificación del barco en letras y números, ST~6~508. Bajo el carel, un listón de madera que da forma y protege al barraganete, el forro, el trancanil de la parte interior de la obra muerta, pintado en azul, hace también de base y sujeción de la barandilla de popa, (fui testigo del paso a paso, de cada trocito que se pegaba o claveteaba en la construcción de este barco); en la proa y parte más elevada del casco, resaltaban los ojos vigilantes de Horus, que según la tradición, cuidara de que ningún monstruo de las profundidades pueda atacar esa embarcación.
La perfecta reproducción de la caseta albergaba el puente de mando donde el patrón navega y dirige las faenas de pesca, con hermosas ventanillas y puertas perfectamente delimitadas. En su tejavana descansaban las luces de posición, un gran foco a proa para el trabajo nocturno y una bombona de gas, tallada con un trocito de madera hasta el más mínimo detalle; de su parte trasera, más baja, emergen dos apoyos al palo de popa, que a su vez, sostienen los salvavidas. En ese mismo palo nacen los elementos de radar que se elevan al cielo en busca de las ondas que informan y comunican, en él se sostiene el foco de iluminación en la popa. De palo a palo hay un cable denominado “estay”, que al decir de los marineros, es una contracción de “esta ahí”.
Los colores lucían gracias a las tres manos de pintura y en la proa y popa de la verde cubierta, se aprecian los tambuchos, “escotillas”, uno de ellos de corredera que dan acceso a las bodegas en el interior del casco; está colocado en su babor el halador o maquinilla en color metalizado, usado para recoger la red. Sobresalen contrastadas y alegres, las rayas blancas y rojas de la unión interior de la roda y el pico de la cubierta. Todo su forro exterior está pintado con los dos colores originales, la “obra muerta” o parte fuera del agua, en rojo y la parte bajo el agua, “obra viva”, de patente marrón. En su trasera resalta una minúscula hélice que va instalada con un alfiler en la bocina que está circundada por el timón y la cadena que lo mueve. El barco se eleva sobre una base de madera, pudiéndose apreciar cada uno de los minúsculos detalles que el artesano naval aplicó y adaptó del original.
El ágape fue proporcionado por el más cercano, “Las Redes”, unas deliciosas anchoas, aceitunas y pan recién horneado en lonchas para apoyar estos manjares, tal como se hace a bordo de los barcos, lógica comida venida de la mar; los mezclados de vino blanco y misa que fue una de las bebidas de antaño para alternar en los días de asueto, vermú de gran reserva y por supuesto, una botella para el bautismo llena de una efervescente y roja bebida sin alcohol.
Se dispuso la comida a un lado del muelle “Lengomín”, de donde han nacido cada uno de los barcos pesqueros utilizados en San Vicente de la barquera desde hace siglos, algunos de ellos con las minuciosidad de cada una de sus características y hasta el nombre con el que fueron bautizados. Sería extraordinario que se pudiera exponer cada uno de ellos en un local dedicado a la pesca, nuestra más importante empresa.
Comenzó la primera ceremonia de la botadura de un barco en miniatura en San Vicente de la Barquera, y quien sabe, quizá de toda España, el día 4 de septiembre de 2012; ¿quedará para la posteridad?...
La Ovejita tiene las siguientes medidas a escala 1/100.
Eslora- 11,5 centímetros. 
Manga- 2,7 centímetros.
Puntal- 1,1 centímetros.
Este barco navegará por la costa de Suecia, en el mar Báltico, durante al menos cinco años; esperemos que sea tan pescador como el real, y en esta ocasión, a cargo de la hija del antiguo armador que se dedicará a la “pesca de la investigación”.

¡Soltad amarras y que comience la singladura!....
Ángeles Sánchez Gandarillas
4-IX-2012

1 comentario:

  1. Como ya te dije esta mañana, el escrito está muy bien, digno de ir a un concurso...te engancha y te mantiene en la incertidumbre y el equívoco...enhorabuena Lines.

    Tus Fans...

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